

Resulta más interesante la historia maorí del lugar, según la cual el glaciar se denomina Ka Roimata, es decir, "lágrimas de la joven del alud". Según la leyenda local, una joven y su aguerrido amante se retiraban a la montaña para mantener sus amorosos encuentros alejados de las miradas indiscretas de los vecinos. En una de estas, el muchacho dio un traspiés y cayó por uno de los barrancos de la zona. El torrente de lágrimas -y suponemos que mocos- que la chiquilla soltó se congeló y se formó el glaciar.
Toponimia al margen, el lugar es, sencillamente, espectacular. Desde el pueblo que recibe el mismo nombre, a apenas 5 kilómetros de la lengua de hielo, se pueden contratar los servicios de un guía con el que echar el día aprendiendo para qué sirven unos crampones, cuanto tarda en llegar el hielo desde la cumbre hasta el valle o por qué el hielo adquiere una extraño color azul según la zona y la hora del día.
