El gran navegante maorí Kupe partió de Hawaiki en su barco de doble casco en busca de una tierra mejor. Según la leyenda, fue persiguiendo al pulpo gigante Muratangui cómo Kupe arribó a la costa de una gran isla verde. Cuando su mujer, Kuramarotini, la divisó en el horizonte, gritó: "¡He ao, he ao tea, he ao tea roa!" ("¡una nube, una nube blanca, una larga nube blanca!").

Desde entonces a Nueva Zelanda se la conoce como Aotearoa en lengua maorí, una cultura que, si bien hasta no hace más de tres décadas era menospreciada por la mayoría blanca del país, hoy constituye la base de una identidad colectiva largamente ansiada por los neozelandeses. Desde la famosa haka que los All blacks incorporaron a su parafernalia deportiva al museo más modesto del país, en la Nueva Zelanda de hoy la herencia cultural maorí es motivo de orgullo patrio.

A mí todo esto me trajo una enorme nostalgia de la Expo'92.