En los maravillosos e-sites de Nueva Zelanda recomiendan dedicar a la visita del Museo Nacional Te Papa, en Wellington, un par de días. Es lo que tiene el orgullo patrio y que tu jefe sea el que pone la pasta para que tú comas todos los días, en este caso, el Ministerio de Turismo. Porque, a menos que pretendas leer hasta la última cartela de todas y cada una de las chorradas que se exhiben en el interior de este modernísimo edificio, la visita se despacha en un par de horitas.
Explicar los contenidos del museo es complicado. Un lugar en el que lo mismo recrean las consecuencias de un terremoto -con los ladrillos del tejado en el interior de una cuna de bebé-, que exhiben, adobado en formol, el calamar más grande del mundo, recorren la historia del pueblo maorí o te cuentan la evolución de las portadas de los discos de la música pop nacional, es, cuando menos, un carajal.
Eso sí, el edificio, levantado junto al paseo marítimo e inaugurado en 1998, es un buen ejemplo de arquitectura contemporánea neozelandesa y el lugar más seguro de la capital kiwi en caso de terremotos. Según sus arquitectos, en caso de que tuviera lugar la madre de todos los terremotos, lo que los geólogos llaman 'The Big One', el calamar gigante y la gente que se refugiara en su interior resultarían completamente indemnes.