No hay pub, cafetería, casa o restaurante en toda Nueva Zelanda que no tenga al menos uno de ellos. Es un diseño autóctono y en su interior hay, obviamente, tomato sauce, que es como allí llaman al ketchup. El sabor es igual de repugnante, pero al menos resulta más divertido embadurnar la hamburguesa. Por cierto, si se os ha antojado la chorrada, podéis comprarla aquí.